miércoles, 10 de abril de 2013

Capítulo 7- Viaje.


''Treinta por ciento, treinta por ciento...'' era lo único que pensaba cuando me acosté, con Dea a mi lado. Llevábamos durmiendo juntas al menos una vez cada dos semanas desde tercero de primaria. Pero eso no me importaba.
Lucas, mi Lucas, con un setenta por ciento de posibilidades de morir. Lucas era fuerte, tenía que sobrevivir. O eso me repetía a mi misma todo el rato para no derrumbarme y acabar llorando abrazada a la almohada. Giraba y giraba, intentando dormir. Ya ni me interesaba lo de Dylan. Bien pensado, creo que ni me gustaba. Pero a Lucas le quería, le quería de verdad. Si le pasaba algo, jamás me lo perdonaría. Era mi pequeño Lucas, le conocía desde siempre y necesitaba verle. 
Luego estaba lo de Dylan, pero, sinceramente, no pasaba nada. Conocía esas apuestas. El chico intentaba enamorar a la chica y tenía que conseguir besarla delante de toda la clase, o, en su defecto, de todos los chicos que participasen en la apuesta. Después tenían que romper de una manera que fuese vergonzosa para la chica, todo eso antes de que pasasen nueve meses o el chico tendría que pagar entre diez y veinticinco euros. Si el chico era rechazado en público antes de los dos meses perdería. 
Podría rechazarle, pero perdería toda la gracia. Yo quería vengarme y quería ser cruel y para eso iba a necesitar la ayuda de Dea.

Entré en clase el lunes, cogida del brazo de Dea, hablando de cosas intrascendentes, disimulando.
--¿Entonces ahora toca tutoría? --preguntó sentándose encima de la mesa, a mi lado.
--Sí --dije yo apoyando los pies en la silla de delante mía viendo como se acercaba Dylan.
--Hola preciosa --dijo él poniendo las manos a ambos lados de mis piernas, en la mesa e inclinándose para besarme.
Me eché hacia atrás con una sonrisa pícara y puse sus manos en su cara. 
--Aquí no, tonto...--sonreí.
Por dentro estaba tirada por el suelo disfrutando de la venganza, pero por fuera estaba seria y fingía vergüenza. Me giré para hablar con Dea, ignorando a Dylan un poquito.
--¿Sabes que hay puente de cuatro días en semana y media? --dije sonriendo.
--¿Podemos ir a ver a Lucas, mamá? ¿Podemos, podemos? --dijo levantándose y dando saltitos delante mía.
--¡PODEMOS! --grité yo riendo.
--¡Bien! --rió ella --¿Cómo convenceremos a nuestros padres? 
--Con un autobús --dije yo, sentándome en la silla.
--Vale, me lo apunto --dijo ella cuando entró la profesora.

A mitad de la clase, me llegó una nota de Dylan, que se había sentado detrás. Me preguntaba que por qué no le había besado. Le devolví la nota, diciendo que me daba vergüenza que nos vieran todos. Mentira, pero bueno, mientras pudiese torturarle con la apuesta todo iría bien. 


Una semana y media después, estaba en la estación cogida del brazo de Dea. Íbamos a quedarnos en casa de mi tío, solas porque mi tío no estaba, hasta el domingo por la mañana. Al llegar a Valencia, llamaríamos a Lucas y le diríamos donde estábamos para verle. Le echaba muchísimo de menos. Y eso que llevaba menos de un mes sin verle.

5 comentarios:

  1. así que en casa de su tío solas eh eh eh *Cejas cejas y baile de Luna Lovegood*

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  2. LAU,NO MATES A LUCAS ;___;

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  3. Muy coooooooorto T__________T
    No mates a Lucas
    Xoxo

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  4. Yo, como mates a Lucas, me voy a liar a croquetazos. Sólo aviso, por si sirve de algo. Me da igual que ya esté escrito xD

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¿Comentas? *cara de gatito enfermo*